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No me acuerdo de la última vez que me divertí tanto con alguien. Fue una noche mágica. Conocí a una chica increíble y me invitó a tomar una copa en su casa. Desde el primer momento, nos llevamos genial y hablamos de todo. Incluso compartimos algunos secretos. Decidimos ir a casa de su madre para continuar nuestra velada. Cuando llegamos, fui recibido con los brazos abiertos y me sentí parte de su familia. Comimos juntos y pasamos una noche maravillosa, llena de risas y buena conversación. Al final de la noche, le dije que la llevaría a casa con su madre. Fue una sorpresa para ella. Pero vimos que era lo mejor porque estaba cansada. Le dije que la llevaba hasta la puerta y luego me despediría para irme. La dejé en casa con su madre y me fui pensando en lo hermosa que había sido la noche. Fue uno de esos momentos que se quedan grabados para siempre en la memoria. Sin duda volvería a repetirlo.